domingo, 30 de mayo de 2010

Adiós muchachos yo me voy y me despido...

Último Día (D 30-V-2010):
Sólo tres horas después de despedirme de él, Michael está de vuelta para llevarme al aeropuerto. Son las tres de la mañana pero charlamos animadamente de estos dos meses. Evitamos comentar que me voy para seguramente no volver a vernos.
Nos damos un abrazo y esto se acaba. Han sido dos meses duros pero bonitos. Gracias a todos los que habéis estado "al otro lado".
Sólo me queda decir:

















Que así sea.

viernes, 28 de mayo de 2010

Perd'on

Escribo desde el hospital en mi ultimo dia, por eso no pongo tildes ni nada. Lo mejor que puedo decir es q no he tenido tiempo escribir desde que llegaron los uruguayos. Me he ido a Las Vegas y he secado la VISA. Har'e un resumen en cuanto pueda y creo que manhana voy a hacer una autentica locura, pero de la q espero acordarme siempre.
Las despedidas se estan haciendo mucho mas dificiles de lo q esperaba.
PERDON por no escribir mas...

lunes, 24 de mayo de 2010

El ojo

Chavales, no es por preocupar, pero casi no veo nada con el ojo derecho. Estoy sopesando el volverme antes porque esto ya está pasando de castaño oscuro. Escribiré lo que quede cuando tenga mejor esto. Sólo decir que Las Vegas es PURO VICIO.

jueves, 20 de mayo de 2010

¡Campeones, Campeones, oé, oé, oéééééé! ¡R-3! Hábleme de vos...

Días cuadragésimo sexto, séptimo y octavo (L, M y X 17, 18 y 19-V-2010):
Iba a contar que lo único interesante que me ha pasado estos días era haber conseguido un chorro de videos de cirugía muy interesantes, y que por lo demás no había gran cosa que contar, pero estoy MUY EQUIVOCADO.

Punto número uno: ¡SOMOS CAMPEONES DE ESPAÑA!
Pero qué mal se pasa viendo un partido de esa categoría solo como la una, sin nadie con quien comentar, reír, llorar, alguien a quién abrazar. Y eso que el partido se puso de cara muy pronto.
Cuando llegó el descanso no me podía mover, había estado la primera parte entera en una posición realmente incómoda, y no me había movido lo más mínimo, con lo que la rodilla se me había puesto como una bota. Recordé una y mil veces la semanita de verano que eché solo en casa cuando lo de Puerta, cuando me estaba preparando el Mir. ¡Qué mal lo pasé!
No voy a escribir nada más sobre el tema, que ya se ha escrito mucho y sólo ha pasado un día, solo agradecer a todos los "no sevillistas que se han acordado de mi y me han felicitado". Muchas gracias, de verdad.

Punto número dos: ¡Soy R3! El día diecinueve de hace ya dos años fue mi primer día como residente. No me puedo creer que ya sea "erre grande". Si yo todavía me veo como un renacuajo. Me da pánico pensar en que a partir de ahora sí que voy a estar solo por las noches en las guardias, o que hay alguien que se supone debe aprender algo de mi, ¡que tengo una "erre chica! ¡Ay por Dios qué viejo soy! Supongo que me lo creeré cuando me dejen en preparto el mes de Junio con los nuevos, qué le voy a hacer.
Por cierto un saludo a los nuevos, aunque no sabrán ni quién soy ni de la existencia de éste blog.

Día cuadragésimo noveno (J 20-V-2010):
UN DÍA REDONDO.
Entro en el vestuario de la Mayo y me encuentro unos tipos cambiándose en la parte de éste donde se encuentran los pijamas, antes del verdadero vestuario. Tienen toda la pinta de ser "observers" como yo. Me parece que algo dicen en español, pero no estoy seguro.
Me meto a cambiarme a la parte donde se cambia normalmente la gente y cuando estoy en ello pasan por delante mía y me preguntan algo en inglés. Les pregunto que si hablan español y me responden con un acento argentino a más no poder que si. Yo les pregunto que si son de Argentina y... ¡ERROR! Son uruguayos. ¡Mal empezamos! Creo que no hay nada peor para un uruguayo que lo confundan con un argentino.
A partir de ahora sólo puede mejorar, como así sucede. Resultan ser tres ¡ginecólogos! de Montevideo que vienen para el curso de cirugía robótica de mañana. A mi se me había olvidado por completo el curso y había organizado ya las cosas para salir temprano a Las Vegas al día siguiente. A ver cómo me las iba a arreglar para escaquearme.
Ellos se llaman Santiago, Juan y Joel. Juan es el padre de Santiago, y Joel un amigo de éste. Es como si yo me hubiera venido con mi padre pero dentro de unos años por lo que me hace mucha gracia.
Me salen de dentro unas ganas de agradar tremendas y me dedico a explicarles en un plis plás lo que a mi me ha costado entender dos meses: quién es quién (que parece una tontería pero no lo es en absoluto), dónde está cada cosa, qué se suele operar y quién opera cada día, qué viajes tienen que hacer aquí, dónde comprar comida o regalos... y todo esto hace que me suelte y más y me "vea fuerte", confiado, por lo que todo lo que me ha dado vergüenza preguntar en dos meses ahora lo pregunto :) Es un poco absurdo pero el no ser "el nuevo", me inspira un montón de confianza.
Los acompaño al quirófano donde hoy opera Magtibay, "el afable". Por fin hay dos operaciones por laparoscopia, que es lo que se supone que había venido a aprender, y no robóticas. Se quedan maravillados por todas las cosas que ven y me recuerdan a mí el primer día que vine. Don Juan hace fotos de todo lo que se puede fotografiar.
Me doy cuenta de que algo he aprendido porque me preguntan cosas y las sé. Cosas muy básicas sobre cómo buscan el uréter y cosas por el estilo, que yo sólo puedo responder a medias, con lo que he aprendido aquí.
A su vez ellos me explican las diferencias entre lo que hacen ellos y lo que hacen aquí y me detallan qué están haciendo exactamente en cada momento durante las operaciones, cosa que me viene muy bien porque yo de operar no tengo ni idea. Quid pro quo, creo que le dicen a esto. Es lo que tiene que sean ya adjuntos (D. Juan jefe de Servicio de uno de los hospitales más importantes de Uruguay y según me entero después con un chorro de libros publicados), que pueden comparar. Para mí sólo existe la cirugía de la Mayo, porque del quirófano del hospital ya ni me acuerdo (sólo entramos una vez cada quince días de "r chicos").
Pero lo mejor viene cuando los acompaño al laboratorio y les enseño los pelvitrainers.
Se quedan igual de alucinados que yo el día que entré y me comentan que ellos sólo hacen laparoscopias en las que no tienen que anudar, así que me ofrezco para enseñarles. Me felicitaron por mi pericia y D. Juan dijo algo así como: "Ya veréis cuando volvamos a ver a Carlitos; podremos decir, ¿te acuerdas de cuando conocimos a Carlitos?" Como dando a entender que seguro que llegaba lejos. La verdad, tengo que admitir que me llenó de orgullo, porque nadie me había visto hacer nada antes y viniendo de gente así...en fin, os podéis imaginar.
Más aún, después vino Denise, la señora del laboratorio a la que le debo MUCHO de lo que he aprendido aquí, y le pedieron que si les enseñaba un poco acerca de los nudos. Ella se puso a enseñarles y se veía que no tenía su día. En un momento dado dijo: "Estoy cometiendo muchos fallos como...". Y se puso a enumerarlos. A lo que los uruguayos contestaron: "Carlos nos los había comentado ya". En ese momento Denise soltó una carcajada y se giró hacia mí diciéndome que no esperaba menos, que para eso debo ser el que enseñe a mis compañeros en Sevilla.
Yo a esas alturas ya no cabía en el pijama de felicidad. Me había demostrado que algo había aprendido y lo mejor de todo, lo había intentado transmitir, y parece que con éxito, pues en poco tiempo Joel y Santiago estaban haciendo nudos. Para ser sincero tengo que decir que no era la primera vez que tocaban unas pinzas y usaban una endocámara, pues son ginecólogos en toda regla, pero si la primera que cogían un porta e intentaban suturar, así que estoy supercontento.
Pero si el día estaba siendo uno de los mejores desde que estoy aquí, acabo de mejorar con un regalo que me hizo Denise. No puedo desvelar qué es, pero es un regalo que no va a ser sólo para mí y del que espero que se beneficien, por lo menos, dieciséis personas sin contar conmigo ;)
No os podéis imaginar la categoría del regalo, de verdad. A los que pueda os lo diré la semana que viene cuando vuelva.
A todo esto llegó la hora de comer y coincidimos con D. Javier y parte del equipo de GYN en la terraza de la cafetería. Yo con la emoción no me enteré hasta la tercera de que ya conocía a los uruguayos y no hacía más que decir: "Let me introduce you...";)
Tras la comida D. Javier y D. Juan se pusieron hablar de mí y parecía que ese día todo el mundo iba a echarme piropos. Si no tenía trabajo como ginecólogo podía ser relaciones públicas de la clínica decían.
Subimos al laboratorio y D. Juan siguió de reuniones para derivar pacientes aquí y yo seguí enseñándoles cosillas a los otros dos.
En un receso me encontré con éste en el baño, donde me felicitó por haberme atrevido a salir de casa e irme tan lejos. Resulta que él fue el primer residente extranjero de Arjan, uno de los laparoscópistas más famosos del mundo, allá por el año ochenta y uno. Increíble.

Seguimos un rato más y me despedí de ellos hasta el día siguiente.

Me fui con mi regalo bajo el brazo más contento de lo que había podido soñar ese día al despertarme. Michael dormía cuando volví. Necesitaba contarle a alguien lo útil que me había sentido y lo importante que podía ser ese regalo. Ni siquiera lo abrí, lo guarde en el fondo del armario, no fuera a desaparecer, a ser sólo un sueño.

miércoles, 19 de mayo de 2010

If you're going...


Cuadragésimo tercer dia (V 14-V-2010):

to Sannnn Frannnnn-cisco!!! Be sure to wear some flowers in your hair...

Así comenzaba la canción de Scott Mackenzie que me pasé cantando toda la semana. Cuando las cosas no me iban tan bien por aquí, mis padres me aconsejaron que visitara esta ciudad. Ahora no puedo sino agradecerles el consejo. Hacía tiempo que no visitaba un lugar tan vivo.

La previa del viaje tuvo suspense porque Michael, que me dijo que me llevaría al aeropuerto, no aparecía por casa. Normalmente se duerme entre las siete y las ocho y ya iban para las diez y no aparecía. Al principio me preocupé por mi vuelo pero después, viendo que ni contestaba a mis llamadas y mensajes, empecé a pensar que le había pasado algo. Apareció más tarde de las once de la noche, diciéndome que en menos de cuatro horas nos despertábamos :S



















Me dejó un poco temprano (en la foto se ve que a pesar de llevar dos horas allí y haberse hecho de día no aparecía nadie por la terminal) en el aeropuerto pero me dio tiempo a charlar un ratito por el Skype con "España", jeje. Aquí es que en todos lados hay wi-fi, y me llevé el ordenador por si tenía ocasión de usarlo en el hotel, como así fue.

Desde que el hermano de mi amiga Monse, mi compañera de Italia, se lo llevó a Oslo y gracias a eso pude volver por Navidad a mi casa, no lo veo como algo tan innecesario al salir de viaje. Aparte que millones de cosas aquí, o las haces por internet, o no las haces, simple y llanamente.

Me despedí y tome mi vuelo de US Airways, con un poco de miedo porque la torpe de la señorita que me tomo el nombre lo hizo de la siguiente manera. Carlos jimenevramila. Y digo torpe porque la reserva la hizo Michael y le deletreó hasta dos veces los apellidos, advirtiendo que en España ponemos los dos. Pero gracias a Dios no hubo ningún problema; es ver el visado de la Mayo y se abren (casi) todas las puertas.

De verdad que prefiero que me miren desnudo por un televisor como dicen que van a hacer, porque el coñazo de los controles de seguridad aquí llega a su máxima expresión. Lo de quitarse los zapatos aquí es la norma y no sabéis el asco que da la moqueta. Además si viajas con un portátil ya puedes casi entrar en la lista de los más buscados por el FBI.

Sesteé todo el viaje. Mejor dicho dormí como un bendito. Pero me dio tiempo a reconocer mi casa desde el cielo. Todo Phoenix es una pura cuadrícula, muy práctico pero superaburrido. Además las calles curvas de las urbanizaciones son un "queo", un engañabobos, porque la urbanización que la contiene siempre es cuadrada.
Al llegar a San Francisco lo primero que me chocó fue la temperatura. ¿Pero esto no es California? Me pregunté. Hacía un frío de aúpa, con mucho viento y bastante húmedo (eso ya es más lógico, claro). Me dirigí al mostrador de información donde una china supergraciosa que hablaba como en las películas, alargando mucho los finales, me aconsejó que no cogiera un taxi, sino una furgoneta de esas que te van haciendo una ruta y dejan a los pasajeros en sus hoteles. Le hice caso a la china, que tenía pinta de "controlar", así que me fui para la furgoneta que menos cobraba y pregunté que si me llevaban.
Me preguntó mi nombre y sucedió una cosa supercuriosa: lo introdujo en una maquinita y me dijo que me esperara. Yo me quede quieto unos minutos y al fin sale el conductor, que había estado todo el tiempo mirándome, preguntando si yo era el "Sr. Yiménes". Afirmé y me metió en la furgoneta. Es decir, la que me tomó nota y el conductor, separados por dos metros, no se hablaban, y yo no podía subir al vehículo hasta que no aparecía mi nombre en el aparato del conductor. ¡UNA GILIPOLLEZ! Como la copa de un pino, a mi modesto entender.

El trayecto se me hizo ameno porque coincidí con unos ginecólogos colombianos residentes en Nueva Jersey, que habían venido para el congreso nacional de ginecología y obstetricia. Iba a estar solo, pero no iba a ser el único "GYN" en San Francisco, todo lo contrario. Estuvimos charlando, cómo no, de las diferencias sanitarias entre los países, pero también de la crisis en España, de cuántos años hay que estudiar en cada país para ser médico, de que en Colombia la vida es bastante complicada en todos los aspectos...
Nos presentamos pero ya no recuerdo sus nombres :(

Me dejan en el hotel. Bueno, ni bien ni mal. No tenían la habitación preparada porque era muy temprano, así que dejé las cosas en consigna y me fui directamente a patearme la ciudad.

A mi siempre me gusta conocer las ciudades a pie el primer día, pero, como la ruta coincidía y aquí es más que obligatorio, me dirigí a Union Square ¡¡¡a montarme en un tranvía!!!


Enseguida comprendí que había sido una elección magnífica, y si no fijaos en las cuestas.
El paseito fue muy bonito. Se notaba que era una ciudad marinera, aunque no se viera el mar, se respiraba.
Tras una cuesta infernal empezó a vislumbrarse tras la bruma que cubría toda la ciudad, lo que parecía el puerto. El tranvía bajó la colina (para mí, monte, mínimo) y nos dejó a escasos metros de éste.
El puerto es la parte más turística, de lejos. Esta llena de tiendas de souvenirs, como el Barrio de Santa Cruz o la calle Alemanas y Hernando Colón. El punto neurálgico es una placita donde hay mil puestos de marisco. Además lo vendían cocinado de todas las maneras posibles. Como los puestos estaban todos regentados por asiáticos y bajo soportales, lo que hacía que estuviera muy oscuro, me recordó un poco a Blade Runner ;)
En todos los puestos ponían más o menos las mismas cosas y cuando me iba a decantar por un "Combo" de "pescaíto" frito, me llamó la atención un puesto gigante-carpa-restaurante situado en el centro de la plaza. Tenía un dibujo gigante de lo que parecía un "donut" y sólo vendían eso y sopa, nada más. Leí un cartel en el que se detallaban las excelencias del plato, su historia y que allí ponían el Best's World Suordough Bread. Me atraparon. No tenía, ni tengo, idea de que quería decir sourdough, ni siquiera sabía qué es lo que llevaba el pan dentro, pero me lancé, ¡qué demonios!
Acerté. Resultó ser un pan (de verdad) enorme y hueco, relleno de una crema espesa de mariscos con almejas y patatas, cebollita y una especia verde que no logré identificar. Además de estar buenísima me sentó genial porque el frío era considerable. Me comí casi todo el pan.
Me dediqué a pasear un rato por el puerto viendo unos barcos muy antiguos que harían las delicias de mi tío Fernando, que por cierto dentro de nada será abuelo, y en un museo de "maquinitas" con verdaderas reliquias en lo que a entretenimiento se refiere. Me encontré con un "fortune-teller" como el de la película BIG, de Tom Hanks, que por lo visto estaban muy extendidos por todas las ferias de este país.























































También vi por primer vez Alcatráz, que entre la niebla y con los gritos de las gaviotas en la lejanía, no podía ser más atractiva y amenazadora al mismo tiempo.

Michael me había dicho que lo mejor que podía hacer para ver el puente, era alquilarme una bicicleta y cruzar hasta el pueblo de enfrente, para volverme en ferry desde allí. Mi madre también me dijo que Sausalito, el pueblo en cuestión, parecía muy bonito en un documental que había visto mientras charlábamos uno de estos días, así que dicho y hecho.

Tuve que firmar mil papeles en los que decía que si me "escoñaba" toda responsabilidad era mía y otro para rechazar el llevar casco (estos tíos están todos mal de la cabeza), pero al final me dieron una bicicleta muy apañada, donde me cabía la guía que había comprado en Phoenix perfectamente.

El puente se veía desde el principio, pero resulta que el puente es teeeeeeeeela de grande, así que me dije, ¡Allá vamos! y empecé a pedalear.
Yo imaginaba que al ser todo el camino por la costa de la bahía, la cosa iba a ser facilita, pero nada más empezar me pusieron una cuesta por delante que me hizo volver a saborear toda la crema de marisco, sensación que no se me quitó hasta horas después. Para colmo, el viento en contra que entraba del mar era fortísimo y mi indumentaria no era precisamente para subir el "Mortirolo", así que fui parando cada ratito para hacerme fotos.
En una de esas paradas llame a "España", para contar lo contento que me sentía, necesitaba contarlo y supuse que le alegraría saberme feliz, pero en el lugar concreto de España al que llamaba estaban de feria (una feria que espero perderme por último año), con lo cual el móvil se hallaría dando vueltas y más vueltas en un traje de una gitana muy guapa, así que llame a mis padres que supusé también se alegrarían de escucharme tan "de subidón", como así fue.

Durante el camino, más de una vez la gente me veía un poco triste, en el sentido de que es un poco rollo eso de hacerse las fotos con el disparador automático o con la mano suuuuperestirada (aunque después de este viaje le he cogido el tranquillo) y se ofrecían a hacerme las fotos. Eso me llevo a conocer a una chavala que se había bajado en pijama a la playa (eso sí, con un chaquetón gordísimo) y parecía bastante aburrida y a una extraña pareja, formada por un hombre bastante mayor y una joven. Él fue quién me hizo la foto en este caso, y me dio bastante asquito porque las manos las tenía completamente negras :S
En ambos casos no fueron más que dos minutos de charla, pero no me faltó tiempo para decir que era español y estaba en Phoenix de rotatorio.
Yo no sé qué tendrá eso de estar en el extranjero, que te hace soltar de dónde eres a la primera de cambio. Me pasaba también en Italia, cuando tenía que viajar solo, como por ejemplo cuando fui a Ancona. Supongo que es una mezcla de orgullo por tu tierra, añoranza y también que a nadie le gusta estar solo (y a mi ya sabéis hasta que punto me aterra). Yo concretamente sería eso lo que cambiaría de esta experiencia. Me refiero a los dos meses. He echado en falta gente con la que relacionarme, porque aunque la gente no me crea, soy bastante vergonzoso cuando no conozco a nadie, pero por otro lado creo que el estar tan solo me ha venido bien para conocerme un poquito más.
Bastante perjudicado llegué por fin al puente.
La última subida no se la deseo ni a mi peor enemigo, parecía sacada de al filo de lo imposible más que de una etapa del Giro o del Tour, pero no me bajé de la bicicleta, ¡ahí está el tío!¡Con un par! Fijaos si era jodida que uno que me hizo una foto después de subir me dijo: "Que salga la bici, para que haya pruebas". Terrible.
Al ir en bicicleta tuve que pasear por el lado del puente expuesto al viento, el del Pacífico, que por otra parte no estuvo mal, porque estaba casi vacío, ya que los peatones iban por el contrario; pero debía tener cuidado porque aquí hay muchísimos ciclistas de fin de semana, que me pasaban a una velocidad endiablada (algunos insultando por lo lento que iba). No os penséis que eras de esos que van de La Antilla a Lepe en veranito, no. Eran de los de piernas fibrosas, equipo completo, casco y bicicleta de carretera con mil piñones. Por lo visto aquí se lleva mucho la bicicleta, y no me lo explico, porque la ciudad es infernal para el pedaleo. Es infernal incluso para andar en algunos casos, pero eso lo contaré más adelante.

Tarde un ratito en cruzarlo. No hice muchas fotos porque el viento era terrible ("tendrá que hablar más alto" ;) ) y me daba miedo sacar la cámara. Tampoco escupí ;) Decía que había cámaras vigilando nada mas que eso. ¡Qué tíos!

Pasado el puente me dirigí a Sausalito, que debía quedar al otro lado del puente, dentro de la bahía, cuesta abajo. Pero para llegar allí debía primero subir otro trecho para cruzar la autopista. A estas alturas estaba ya bastante perjudicado. Creo que llevaba como tres horas pedaleando, pero bueno, era temprano, no tenía problemas todavía con el ferry.

Llegué a Sausalito que resultó ser un pueblo muy bonito con una vista de San Francisco alucinante. Se notaba que allí había pasta por todos lados; unas casas espectaculares cayendo por las laderas hacia la bahía, pero con un poco más de gusto que en San Diego, menos ostentosas.
Como todavía quedaban cuatro horas para la salida del ferry decidí intentar llegar a un bosque de secuoyas (con premio) que la chica de las bicis me había dicho que se encontraba a sólo "40 minutos", aunque yo ya andaba escamado porque lo que me dijo que era "un paseillo de hora y media", a mi me había tomado tres. Pero ya que había llegado hasta allí me daba cosa irme sin verlas.
Maldita la hora en que me fie del mapa que me dio. Yo ya estaba reventadísimo cuando caí en un letrero que había en el mapa que rezaba así: "Esto no es un mapa a escala". Me pasaban los niños, los perros, las viejas con sus andadores... y yo creía que me iba a dar algo.
Finalmente llegué, y me alegro muchísimo de haberlo hecho. El sitio es alucinante, y no puedes imaginar que tan cerca (bueno, no tan cerca) haya un sitio tan tranquilo. Parecía sacado de Parque Jurásico o algo así. ¡Qué maravilla de árboles!



Pero mi tranquilidad duró exactamente tres minutos y quince segundos, el tiempo que estuve haciendo un video, porque después me puse a mirar el mapa y se cruzó conmigo un ciclista que pensó que me había perdido y me preguntó que dónde iba. El tipo era bastante mayor, me recordaba al padre de un amigo de mi padre al que llaman "el Peli" por ser pelirrojo, sólo que con unos gemelos que parecían sacados de un congelador por el aspecto de barras de hielo. Cuando se enteró que pensaba volver en ferry desde Sausalito o Tiburón (aún no lo tenía decidido) se escandalizó y me dijo que cómo estaba yo allí todavía, que iba a perder el ferry.

Me acojoné.

Yo había mirado los horarios en Sausalito y me quedaban todavía dos horas y media, pero dudé al ver al tipo tan exaltado y la verdad no había contado lo que tardé en venir desde allí. Eso, y el hecho de que me percaté de que llevaba hechos ¡veinticinco kilómetros! ya a esas alturas y me podía dar una pájara en cualquier momento, hicieron que siguiera al tipo que se ofreció a acompañarme hasta dejarme sobre el camino correcto. Bueno tampoco hubiera podido hacer otra cosa porque más que un ofrecimiento fue una exhortación, ¡cómo para decirle que no!
No hizo más que repetir durante todo el camino que podía sentirme afortunado de haberlo encontrado, a lo que yo no respondía nada, porque el ritmo del viejo era endiablado, y sólo podía recortar la distancia de quince metros que me sacaba en los cruces.

Le di las gracias y al final llegué con una hora de adelanto al embarcadero. Pero pensándolo fríamente, menos mal, porque yo hubiera seguido hasta Tiburón, el otro pueblo, y hubiera perdido el último ferry a cuarenta y cinco kilómetros por carretera :S

Para hacer tiempo y porque no podía más, entré como un poseso en una heladería, y le pedí al encargado el batido más grande de chocolate que tuviera. Ni miré los demás sabores. Los dos que atendían eran latinos y hablaban español perfectamente pero me preguntaron cómo se decían cosas como nata montada. También les dije que a lo que yo llamo pajita, mejor le llamaran caña o cañita. Esto lo entendieron perfectamente.

Así que tras ¡casi treinta y cinco kilómetros! me tomé un batido gigante de chocolate con nata montada al atardecer viendo cambiar los colores de las aguas de la bahía de San Francisco esperando el ferry.

El paseo en ferry "muy fresquito", coincidió con la puesta de sol y fue alucinante. Pero después de eso me costó la misma vida volver a subirme en la bicicleta para llegar al sitio dónde debía devolverla. Digamos que la parte baja de mi espalda estaba un poco "perjudicada" :S
De camino al garaje pasé por un lugar del puerto dónde había un montón de leones marinos y pude leer que los tenían allí para protejerlos. No sé de qué pero seguro que no de los muchísimos gilipollas que se dedicaban a imitar sus ruidos cuando los pobre estaban ya a punto de dormirse. Y lo peor es que no eran sólo unos chavalitos salidos del "high school", sino hombres hechos y derechos con sus señoras del brazo.

Me volví después otra vez en tranvía, tras esperar una cola bastante larga pero amenizada por un artista callejera que nos deleito con temas, por ejemplo, de Jonhy Cash. Esta vez fui agarrado en la barra, por fuera, como en las "pelis", cosa que no había podido hacer por la mañana.

En el hotel descubrí que la habitación no estaba muy mal, aunque el baño escasito, pero la cama supergrande, cosa que iba a necesitar. Me di una ducha rápida y salí a buscar un restaurante en el que había reservado por recomendación de Magriñá. Me perdí y tuve que coger un taxi a pesar de estar en la calle paralela a la mía. Parece inexplicable pero el taxista también tuvo que bajarse un momento a preguntar por el sitio, y es que era uno de esos sitios "cool", en este caso tan oscuro que no se veía al pasear por la calle.

Estuve conversando un rato con la "maitre", una mejicana criada en Sudamérica (Méjico es Norte América, no centro ni sur). Siete de los ocho que trabajaban en el bar eran hispanos. Me trataron genial. Me comí un "club", que por fin me he enterado que es un sandwich de dos pisos o más, de langosta ahumada con cebolla, tomate, rúcula y una salsa que estaba para tocarle las palmas, acompañado de patatas chips salpimentadas. El mejor sandwich que me he tomado en mi vida. Sin contar los de mi madre, claro.

El paseo por la noche hasta el hotel lo hice con una sonrisa de oreja a oreja.

Me dormí después de veintidos horas despierto.



Cuadragésimo cuarto día (S 15-V-2010):

Dormí como un bendito. Me desperté con menos dolores de los esperados después de la "etapa" del día anterior.
Hablé con "España" antes de salir y constaté lo que ayer era una suposición, que el móvil al que llamé se encontraba en el bolsillo de la gitana más guapa de Carmona. Además conocí "al sobrino", sin artículo posesivo, porque ya no sé cual ponerle :D

El día de turismo en sí no empezó muy bien. Quería ganar tiempo y en vez de coger un tranvía opté por un autobús, con el único problema de que, yendo yo pensando en mis cosas, lo hice en la dirección contraria, y menos mal que me lo dijeron unas chicas que iban de despedida de soltera a ver un partido de playoff de béisbol. Como os lo cuento, es como si allí lo celebran yendo al Betis. También me chocó que el partido fuera por la mañana, pero no tanto, claro está. Me bajé del autobús pero resultó que no era una de esas líneas que van y vienen por la misma calle. Tuve que ponerme a buscar la parada de vuelta en lo que después me enteré que era la ÚNICA zona peligrosa de la ciudad.
Cuando encontré la parada de vuelta, resultó ser el mismo autobús que había cogido de ida, y el chino que lo conducía se quedo con más cara de extrañado al verme subir otra vez de la que ya tenía de por si.

Finalmente llegué al otro extremo de la línea y tras una buena caminata llegué a donde se vendían las entradas para Alcatraz. Vendieron la última entrada del día dos personas por delante mía. Definitivamente el día no iba marchando muy bien.

Era casi la una y no había desayunado todavía, así que entré en la cafetería del puerto de los ferrys y me tomé un pedazo de donut riquísimo. Compré algunas postales para enviar y me compré otro donut antes de irme.

Cogí un taxi que me llevó a la otra punta de la ciudad. Me salió por una pasta porque todo el mundo dice que San Francisco es una ciudad para andarla pero la parte estrecha vienen a ser unos doce kilómetros. El taxista me explicó durante el trayecto que veíamos muchas niñas con bolsas porque todas iban a la playa. ¿Para? TO GET DRUNK. Vaya, qué cosas.

Después me contó que al día siguiente era un día especial, pero no me enteré muy bien de por qué.


Entré en el Legion of Honor Museum, llamado así por la Legión de Honor de París. Lo más importante del museo son los cuadros impresionistas, que fue lo que me llevó hasta allí, porque para los que no lo sepáis creo que es el estilo que más me gusta. Había cuadros de Renoir, Seurat, Monet... y también tenían tenían, de otros estilos, un Picasso, un Rubens... y, se me olvidaba y creo que eso en realidad es lo más importante, una ingente cantidad de esculturas de Rodin.
Me apenó mucho que la semana que viene comenzara una exposición llamada "París, Ciudad de la Luz", porque prometía, aunque en realidad eran cuadros del museo de Orsay, que ya lo he visto dos veces. Del resto del museo destacar un ¡techo! mudéjar de un palacio español. Y sobre todo este cuadro, que me emocionó mucho. Creo que no hace falta decir qué es lo que sale.



El museo está en lo que llaman el Land's End, una colina donde pegaba el frío de una manera increíble, así que decidí que ya me acercaría a los acantilados en otra visita y tomé un autobús que bajaba a la playa.
Paseé un ratito y toque el mar. Si en San Diego fue imposible bañarse aquí hubiera sido una tarea titánica.

Había gente paseando y gente "getting drunk" como me había asegurado el taxista, pero nada parecido al Carranza, ni por asomo.
Me había llegado un correo durante la semana de mi amigo Manolo diciéndome que se estaba comiendo un "hamburguela" mirando al Pacífico, allá por Lima, y yo decidí que no íba a ser menos, para lo cual me acerqué hasta el que decía la guía era uno de los mejores sitios de la ciudad para comer "hamburguelas", y el mejor para hacerlo con una buena vista. Y tenía razón. El sitio espectacular con las olas rompiendo a lo lejos en los acantilados del Land's End, el mar a escasos cien metros y el local en la planta baja todo lleno de unos murales muy bonitos. La camarera además me dio palique un rato y me indicó dónde comprar más gotas para mis maltrechos ojos (que aquí no hay humedad pero sí viento) y las cosas más interesantes que tenía que ver del parque, pues nos hallábamos en uno de los extremos del parque más importante de la ciudad, en el que da al mar.
Pasé de ver unos verdaderos búfalos americanos porque no entendía si eran de verdad o no, la guía no lo explicaba en un inglés suficientemente claro para mí. Sigo sin saber si están allí en el parque verdaderamente.

Me bajé a la altura de la parte central del parque y me dirigí al Museo Young. No quería verlo pero con la entrada del otro museo se pagaba la de éste y nunca se sabe lo que puedes encontrarte, pero estaba cerrado. También estaba cerrado el Museo de Ciencias Naturales, que por lo visto es de los más importantes de EEUU, pero no el Jardín Japonés, que es lo que verdaderamente quería yo ver.

Un sitio verdaderamente mágico, donde no se escuchaba ni un ruido. Lástima que no llegara más temprano porque si no el té que me tomé en la tetería situada en el medio del jardín, que parecía sacada del mismo País del Sol Naciente, kimonos incluidos, hubiera sido en tacita de porcelana y acompañado de pastelillos, y no como al final lo tomé, en un recipiente de esos del Starbuck's. Pero a mí me supo genial qué queréis que os diga.
Después me metí en el jardín de Shakespeare, donde me puse un poco triste porque vi una pequeña ardilla con una pata rota, arrastrando la cabeza contra el suelo para comer :( y otra acompañándola cerca, como no queriéndola dejar sola.
El jardín no era tan bonito como el japonés, pero además de que era gratis, su curiosidad radicaba en que decían que allí estaban plantadas las más de 150 especies vegetales que son nombradas en todas la obras del famoso autor ;)

Seguí paseando y una señora mayor que hacía skate con su perro tuerto (sí, era mayor, sí hacía skate y sí el perro estaba tuerto cuando lo recogieron en un refugio según me contó, y a punto de estar muerto estuvo mientras hablábamos porque encendieron los aspersores del parque en ese momento y huyó hacia la carretera) al verme con una guía en la mano se paró y me preguntó que si al día siguiente estaría en la ciudad. Sólo por la mañana, le contesté. "Perfecto" me soltó, y después me explicó a lo que antes se había referido el taxista. Por lo visto al día siguiente era la carrera anual en la que la gente de aquí se desmelena, más si cabe, y todos se disfrazan para dicho evento, excepto los que simplemente, no llevan nada. Ahora que lo decía alguna vez había visto eso en un telediario, que no sé porque mi mente imaginaba como de Antena 3 y presentado por Matías Prats hijo. Así que había tenido hasta suerte.

Mis pasos me llevaron hasta el jardín botánico, donde descubrí porque aquí abren los museos los viernes hasta muy tarde, pero no los sábados, y es que los tíos montan unas juergas privadas de aúpa dentro de ellos. En el de ciencias naturales también estaban preparando lo que ahora suponía otra fiesta cuando pasé. Se veía "supercool" tras los cristales.

Salí por fin del parque y entré en la parte hippie de la ciudad.

Paseé un buen rato por la calle más famosa, dónde surgió el "Flower Power". Aquí fue el primer lugar donde encontré diferencias negativas de la ciudad con respecto a Phoenix. En Phoenix no he visto todavía ni un pobre pidiendo (tampoco hay dónde pedir) y aquí aparte de indigentes había mucho "pasao" tirado bajo los puente, en los jardines... muy triste, la verdad. La típica gente que ves que está destrozada por la droga. En fin, que no os voy a contar más cosas tristes.
Me compré una chapita muy chula de la intersección más famosa de la calle, dónde empezaron cierto día a reunirse los hippies no recuerdo ahora por qué motivo.
Proseguí mi andadura y tras pasar por una plaza elevada (-ísima) llena de perros muy bonitos llegué al Japan Center, el centro neurálgico de la comunidad japonesa de la ciudad. Recalcar que es una de las tres "Japan Town" que quedan en EEUU, y la más grande de ellas, porque como comprenderéis en la Segunda Guerra Mundial, tuvieron ciertos "problemillas".



Me entretuve viendo un local donde hacían ikebana, el "arte floral", y una tienda de discos con pósters de los cantantes japoneses del momento. Se suponía que los discos eran actuales pero las fotos de los cantantes parecían sacadas de un álbum setentero de Diango.
Por supuesto todo lleno de restaurantes de comida japonesa.
Volví al hotel destrozado y después de una ducha me encaminé hacia un restaurante portugués que me recomendaron. Como no me gustó nada no voy a gastar más tiempo escribiendo sobre eso.
De vuelta al hotel decidí darme un paseito para bajar a comida y casi la bajo hasta los pies.

Subí arriba de Nob Hill, el barrio pijo de aquí, bajé y volví a subir por Chinatown, que de noche no es muy recomendable, pero como no sabía si iba a tener tiempo al día siguiente con lo de la carrera...
Volví al hotel y me quedé frito en un plis.

















Cuadragésimo quinto día (D 16-V-2010):

Me levanté muy temprano, antes de que sonara el despertador, supongo que por los nervios. Me duché y me vestí corriendo e intenté hablar con España pero no hubo suerte. Hice el "check out" y me fui tomando unos donuts con un chocolate, que me tiré encima, de camino a la carrera. Esta vez no me equivoqué porque pregunté a una chica que iba "vestida-disfrazada" de corredora que para dónde debía tirar. "Dooooooooooooooown!" me respondió con un típico acento americano. Le faltó decirme "little booooy", así que yo seguí sus indicaciones y llegué sin problemas. Esto fue lo que me encontré:














































Desde los que corrían hasta los que estaban parados bebiendo cervezas "ligth" a las nueve de la mañana, pasando por los disfrazados hasta llegar a los que iba en "pelota picada" haciéndose fotos con todo el que quería. Creo que una imagen vale más que mil palabras.

Con lo que me gusta a mi un disfraz ya podéis figuraos lo que disfruté :D
Incluso encontré unos vestidos como en los San Fermines, con toro incluido, y una pedazo de bandera de España.

Como era bastante temprano todavía decidí ir al Exploratorium, un museo de la ciencia que decía la guía que era de los más importantes del país. No me acerqué al de ciencias naturales porque la carrera pasaba por la puerta, y la cosa iba a estar bastante complicadilla.

Pagué un suplemento por una cosa que no sabía que era pero ya que estaba allí yo lo iba a ver todo.
Resultó ser un pasaje en el que debías sortear una serie de obstáculos en la más completa oscuridad y en absoluto silencio. Debías andar, arrastrarte, trepar, palpar... y todo eso sin ver un pimiento. Algunas partes eran verdaderamente clautrofóbicas y no podías imaginar que fuera por esos sitios por donde debía proseguir, porque eran realmente estrechos. No sé cuánto tiempo estuve dentro, quizás veinte minutos, pero me pareció más de una hora.

El resto del museo muy chulo, con millones de cosas para experimentar, como un simulador de meteoritos, hecho con cristales de hielo sobre un panel de agua giratorio o un espejo en el que veías realmente tu cara, es decir, la que ven los demás, y no la que tú ves cuando te miras al espejo, que es tu reflejo.

Me fui cuando quedaba una hora para la cita con la furgoneta que me llevaría de nuevo al aeropuerto, pero resultó que encontré un taxi en la puerta del museo y como llegué temprano me di otra vuelta por Chinatown, que tampoco era para tanto de día (aunque era un día raro por eso de ser domingo y todo lo de la carrera) y por Nob Hill. Se me fue la olla y subí la cuesta más grande de toda la ciudad andando. "Sudaíto" hasta Phoenix.
Me despedí en el hotel del personal que me había tratado realmente bien y me monté en la furgoneta, donde una pesada que perdía el vuelo nos dio el coñazo todo el camino. Como llegué muy temprano pude regresar en el vuelo anterior al que me tocaba, con lo cual no tuve que esperar casi nada.

Llegué cansado pero muy contento por haberme ido a San Francisco. Lo recomiendo. Mucho.

martes, 18 de mayo de 2010

La parca

Un día como otro cualquiera:
Vaya título para una entrada pensaréis, y es cierto. Iba a escribir sobre mi maravilloso viaje a San Francisco, pero lo dejará para mañana que no tengo que ir al hospital, pues no hay cirugía.
Hoy he acabado reventado de tanto quirófano. Hemos salido a las seis de la tarde.
Como supondréis he tenido tiempo de pensar en muchas cosas hoy y en una de las intervenciones me ha venido a la mente el tema de esta entrada tan "rara" para un blog como éste, que no es otra cosa que un "cuaderno de bitácora" sin más, como dije el primer día.

Todo viene a colación de un correo que recibí de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) hace unos días. En él aparecía una necrológica firmada por Jose Mª Bajo Arenas, el presidente, referente a un buen amigo, "erre" mayor suyo y por tanto compañero de trabajo desde hace mucho tiempo. Lo aquejaba una "penosa enfermedad", como ahora todo el mundo llama al cáncer, y relataba el profesor Bajo cómo se despidió de él unas dos semanas antes de morir. Fue una velada íntima, cenando en la terraza de la casa de la sierra de su amigo, dejando caer la tarde hasta llegar a bien entrada la noche, respirando aire fresco, y recordando momentos compartidos, buenos y no tan buenos, como si no sucediera nada. El relato era sumamente descriptivo y uno podía sentirse casi partícipe de éste. Se podía imaginar la atmósfera cálida de ese último encuentro que llegó a su punto álgido en un abrazo y pocas palabras que decían mucho, todo lo que quedó por decir.

Esto me hizo reflexionar y preguntarme: ¿Quién querría yo que me acompañara en un momento como ese? ¿De quién querría yo despedirme? Y más importante: ¿Querrían éstas personas despedirse de mí?


"Ha habido etapas de mi vida en que la muerte ha estado en mi cabeza día sí, día también", me comento alguien muy querido hace poco. Me lo dijo como un secreto así que no diré quién es, pero si puedo desvelar lo que yo le contesté. "A mí también me ha pasado". Se quedó un poco extrañado. Pero yo opino todo lo contrario.

No me refiero a pensamientos del tipo ¿que sucedería si yo muriera? o cosas así, que creo que todos los hemos tenido en algún momento, sobre todo durante la adolescencia (a estudios estadísticos me remito), sino a un tipo de pensamiento latente, acechante, que está como aletargado durante el día, para asaltarte justo antes de dormir, cuando la noche está más oscura y negra que nunca. ¿Y si no me despierto nunca más?, ¿y si no hay mañana?

Creo recordar dos etapas de mi vida en las que mil y una noches se vieron enturbiadas con pensamientos de esa índole, pero no recuerdo qué los provocaba, no recuerdo siquiera si había un motivo que no fuera el miedo a morir. Son reflexiones que me llevan a otras preguntas.

Perdonadme las divagaciones pero intentaré sacar algo en claro de todo esto al final.

¿Quién no tiene miedo a morir?, ¿Quién rechazaría siquiera un día más en este mundo? Me cuesta entender cómo alguien puede llegar a quitarse la vida. Así como envidio a aquéllos dispuestos a dar su vida por un ideal.

El Honor, la Libertad, la Justicia, la Verdad, con mayúsculas. ¿Cuánta gente no habrá muerto por ellos? Me veo capaz de llegar muy lejos, incluso de entregar mi vida, si es por salvar a alguien muy querido. Pero por un valor, una creencia. No lo creo. ¿Cobarde? Creo que sí. Tengo miedo a morir.

Pero ahora es diferente, no sé si las otras veces fue el mismo motivo lo que causó esas noches de desasosiego, pero a lo mejor hacerse mayor tiene estas cosas. O a lo mejor es simplemente que tengo más tiempo de pensar. Pero no creo porque llevo un tiempo dándole vueltas a esto.
Creo que la diferencia ahora es precisamente el envejecer.

"Tempus fugit". Antes lo veía como un miedo irracional que dormitaba bajo mi cama y jugaba conmigo cada noche, "no quiero morir porque no". Ahora es un miedo al paso del tiempo, a que éste no sea suficiente para cumplir tus proyectos, para llevar a cabo lo que un día pensaste, para cambiar lo que un día te propusiste cambiar, para llegar a ser quién un día decidiste querer ser, para disfrutar de las personas que te quieren, para hacerles saber cuánto los quieres, para dejar huella y ser recordado, para vivir lo que merece ser vivido.

Quizá el ejemplo que yo tengo haga más difícil todo eso: mis padres con mi edad ya tenían dos niños en el mundo, eran y son felices hasta lo que yo sé ;) y han encontrado el uno en el otro alguien que les llena, les apoya y les comprende.

Mi amigo Manolo me dijo una vez algo que nunca se me ha olvidado: "Nos pasamos toda la juventud intentando ser diferentes a nuestros padres, y todos acabamos queriendo ser como ellos". Le respondí y lo reitero desde aquí que no era mi caso. Yo quiero la vida de mis padres, la que yo conozco, desde el principio. Una vida que merece ser vivida.

Pero una vida propia, la mía. Que me ha llevado a conocer gentes y lugares muy diferentes con tan solo veintisiete años. Que me ha traído hasta el Nuevo Mundo, pasándo por la cuna de una de las civilizaciones más antiguas; desde el frío de Noruega hasta el calor de Los Caños, de mirar el la hora en mi cuarto sacando la cabeza por la ventana para verla en la fachada del Palazzo Vecchio a no saber ni qué día era perdido en medio del desierto con la única sombra de un cactus. Con amigos que hablan italiano, inglés, francés... gallego, valenciá, catalá, madrileño, andaluz...con amigos que se enorgullezcan de serlo y de los que yo pueda sentir lo mismo.

Ya sé que los tiempos han cambiado, que en España ahora es todo mucho más tarde, pero no puedo dejar de pensar que me queda poco tiempo. "Toda una vida", me diríais muchos. "Lo que yo quiero vivir da para mucho más que una vida" les respondo.

Los que no me conozcan, o me conozcan sólo un poco podréis pensar que estoy un poco loco, pero es que no consigo escribir bien lo que me viene a la mente, son muchas sensaciones y todas a la vez , casi inconexas, pero todas con la muerte al final, como todo final. Además alguna que otra lágrima cae sobre el teclado haciendo todo esto más difícil todavía.

Con respecto a mi despedida, yo lo más probable es que hiciera un fiestón increíble. De disfraces, por supuesto. Y seguramente de romanos, que ya me hace hasta ilusión lo de Pilatos. Con toda la gente del colegio, amigos del barrio, de toda la vida, de siempre.

Pero me imagino tranquilamente tomando un batido de Rayas en la azotea de mi casa, viendo cómo se pone el sol sobre las espadañas del barrio y son pocas las personas que aparecen en mi imaginación, todas intentando quitarle hierro al asunto, como en el relato del profesor, recordando viejos momentos, viajes, borracheras, trapos sucios, despidiéndose poco a poco hasta quedar sólo mi hermano y Manolo para decirme las cosas claras, como siempre. Ellos me harían ver las cosas más nítidamente, y entonces sabría que habría valido la pena.

¡Qué triste! me diréis, pero no es así. Es un miedo precioso el que me embarga, aunque miedo al fin y al cabo. Miedo a no llenar mi vida y no llenar la vida de quien quiero, pero con el firme propósito de intentarlo hasta que no quede más aliento.

Y ése es el miedo que me da. Se acerca el tiempo en quiero que mi vida de el cambio definitivo, pero ¿hay que esperar a una señal? ¿cómo es? Creo que no hace falta ninguna señal. Que el miedo a lo desconocido, al fracaso, a equivocarse, nunca desaparecerá.
Lo que hace falta son personas que aparezcan en tu imaginación cuando crees que te despides.
Y yo las tengo.

martes, 11 de mayo de 2010

Baloncesto. "Pescaito". Susto gordo en quirófano. La báscula. Marshall's

Trigésimo octavo día (D 9-V-2010):

Esta semana he estado un poco atareado, y bastante "pasota". Con lo que no he escrito mucho. Del domingo contaos mi experiencia como baloncestista.

¡Que mayor estoy!

¡Ay Dios Mío! ¡Quién me ha visto y quién me ve! Yo nunca he sido especialmente bueno en nada, nunca era el primero en ningún tipo de deporte, pero solía estar entre los primeros. Los que me conocen sabrán que soy bastante competitivo jugando hasta al Trivial. Pues bien, ya no estoy tan tan tan... pero no me gusta perder, y me dieron un repaso monumental. Vale que ya tendría yo que verlos intentando darle una patada a un balón, pero es que la anfitriona de la fiesta me pasaba volando por los lados y yo no la olía.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es la sensación de viejo. Me explico. Ya no era que el baloncesto no es lo mío y ellos juegan todas las semanas, sino que me faltaba coordinación para botar la pelota. ¿ME ENTENDÉIS?¡Horrible! Me sentía fatal, jugaba como si no hubiera botado nunca una pelota, con la mano plana. No sé si me puedo explicar muy bien pero era angustiante.
Eso sí, metí la canasta del partido. Un pedazo de alley oop que te c..... por las b..... Que saltando si era bastante bueno y el que tuvo retuvo ;)

A todo esto cuando estábamos casi acabando vi que todos, menos el mejicano, venían con un bote, que cuando me acerqué resultó ser protector solar. Ya os imaginaréis cómo acabé el partido, asfixiado y colorado. ¿A quién se le ocurre jugar un partido de baloncesto en el desierto a las once de la mañana?

El "moreno" me ha durado una semana.

Días trigésimo noveno al cuadragésimo segundo (L-M-X y J, 10-11-12 y 13 -V-2010):

Lo más destacado de esta semana laboral de cuatro días, jeje, ha sido un susto gordo que tuvimos con una cava que se "abrió" literalmente como una puerta al separar un ganglio. Allí la gente como si nada, seria pero vamos, sin inmutarse un pelo, con la mano puesta encima hasta que llego el cardiovascular y lo arregló. Pero que tampoco se dio mucha prisa en venir cuando lo llamaron ni en lavarse cuando vio el "percal". Chapeau! ¡Ole esos cojones americanos! Yo la verdad no había visto una complicación así tan grave tan bien llevada, con total naturalidad, como si fuera comprar el pan o poner una lavadora. Para los que no entiendan la cava es la vena más grande del cuerpo, la que drena al corazón, para que os hagáis una idea.

De los demás días no hay gran cosa que contar.

El médico me dijo que comiera pescado (pescao) para mejorar la capa lipídica de la lágrima y he seguido sus consejos al pie de la letra, he cenado pescado TODOS LOS DÍAS DE LA SEMANA. Mi madre me ha dado unas recetas buenísimas y superfáciles de hacer pero al mismo tiempo muy "historiadas" que están suuuuperricas. Por ejemplo un filetito de lenguado salpimentado con sofrito de tomate y ajo para chuparse los dedos. Y por fin he encontrado un pan que no sea de molde y sea "comible", que no comestible, así que esta semana me he "jartao" de mojar pan :D Además me sale superbarato y práctico total, porque los filetes que compro vienen ya limpios y en envases individuales para gente como yo.

Parezco una maruja de anuncio total.

Por otra parte me aventuré con el coche en uno de esos megacomplejos de megatiendas buscando una de comestibles y me perdí, pero fui a dar con una tienda que me habían recomendado de ropa "tirá" de precio llamada Marshall's, así que me dije, "venga, hombre". ¡Yo! que tengo que reconocer que no me decido a comprarme nada nunca sólo, siempre tengo que ir acompañado. Pues la verdad que era cierto lo tirada que estaba la ropa de precio. Tengo que volver a hacer compritas para el "fashion victim" de mi hermano, a ver si lo pillo algún día sin hablar con la novia ;) y le pregunto que quiere que le lleve.
Yo por mi parte me compré un polo salmón (si rosa, ¿y qué?) de Tommy Hilfiger por 24,89$. ¿Está tirado o no está tirado?

Poco más. Algún día me escaqueé de hacer nudos y me quedé con los mejicanos charlando hasta bien entrada la tarde. Ellos también se perdieron algo importante así que creo que también tienen que estar un poco aburridos y que les tengo que caer bien. Me alegro :D (de lo segundo claro)

Recibí un correo desde Lima, que me hizo mucha ilusión, y no me dio nada de envidia, yo salía al día siguiente también para el Pacífico...
Ya contaré lo bueno de esta semana cuando vuelva de... ¡¡¡SAN FRANCISCO!!!

domingo, 9 de mayo de 2010

El guateque

Trigésimo séptimo día (S 8-5-2010)

Me paso la mañana viendo la jornada de infarto de la liga española. El partido de Sevilla lo daba por perdido de antemano pero con el baño que nos dieron sólo mi aburrimiento me hizo dejarlo puesto, y ¡menos mal! Hacía mucho que no pasaba tantos nervios viendo un partido, y sobre todo leyendo los comentarios (¡MINUTO A MINUTO!) del Depor-Mallorca en la página del Marca. Por poco me infarto. Hubiera estado bien haber ganado o por lo menos empatado solo por ver la cara de los del Barsa, pero se lo merecen más que el Madrid, así que sólo queda agradecer el favor al Depor y a ver si el Almería hace con nosotros como los equipos vascos entre ellos y nos deja ganar el sábado, que me da a mi que no.

Resulta que los mejicanos me invitan a una fiesta. Alejandro me manda un mail diciendo que a las ocho en su casa. Me indica cómo llegar. Le respondo. Recuerdo que no puedo contactar con ellos de ninguna otra manera. Al final me preparo y me voy para la fiesta. Llego puntual, porque tengo que decir que aquí estoy siendo bastante puntual ;) y ¡sorpresa! Alejandro no está y no sabe nadie cuándo llegará. Me recibe la compañera de casa de éste. Ya no recuerdo ninguno de los nombres que me dijeron, pero NINGUNO era mejicano, ni por supuesto conocido.
Así que imaginaos la situación, una fiesta de residentes, amigos, casi todos de urología, todos americanos y yo allí metido en medio sin conocer a nadie y, sobre todo, SIN QUE NADIE SEPA QUÉ PINTO YO ALLÍ. ¡Un ginecólogo! ¡El Lado Oscuro!
Menos mal que esta gente son realmente amables y muy comprensivos con estas situaciones. Yo creo que porque se ven envueltos en ellas muy asiduamente. Empezaron a hablar todos conmigo, por parejas o de uno en uno.
Primero estuve charlando con una pareja, ella residente de cirugía general y él no era médico, sino que la estaba visitando. Eran de Kansas City. Fliparon cuando les dije que Sevilla estaba hermanada con su ciudad, porque se pensaban que ni sabía que existía. Incluso sabía dónde está porque lo había mirado hacía poco. Nos reímos mucho con las típicas tonterías sobre el tamaño y variedad de los helados de B&J que ya he comentado otras veces. Por lo visto a la gente le hace mucha gracia que me cueste la misma vida encontrar un helado de chocolate "sin nada más" en tarrina pequeña. También hablamos de la mezcla tan brutal de razas que hay allí. La chica me dijo que ella era el mejor ejemplo. Mitad china, mitad alemana. Nunca lo hubiera adivinado.
Después estuve hablando con Eric, un residente de urología que se parece un poco al de "Capote", Phillip Seymour Hoffman. Parece el más simpático. Estuvo un mes en Méjico acompañando a un adjunto y es muy divertido escucharlo diciendo palabrejas en español.
Con él creo que fue con quién hablé por fin de algo que no fuera las diferencias entre un país y otro. ¡Por fin!
Más tarde charlé con una residente de neurología muy canija y otro que no tenía pinta de ser residente (PARA NADA). Con ellos si que estuve comentado las diferencias (OTRA VEZ) pero ya de una manera diferente. No me limitaba a exponerlas sino que expresaba mis opiniones y ellos a su vez hacían lo mismo. La diferencia así dicha parece una tontería pero es ABISMAL, lo que pasa es que hay que ir con cuidado porque hay que elegir con mucho tacto las palabras, no vayas a ofender a nadie con algún malentendido.
En esto llegó la anfitriona y me pasa el teléfono.
Es Alejandro, casi una hora después de llegar yo, diciéndome que llegarán en cuanto acaben de ¡vaciar una piscina! Casi no he pasado vergüenza, exceptuando los primero minutos, así que le digo que no se preocupe.
La anfitriona se unió a la conversación que manteníamos y entre los tres me explicaron que aquí lo normal es moverse a lo largo y ancho del país para estudiar y trabajar. NADIE con una carrera se queda dónde nació. Yo la verdad lo veo un poco coñazo, eso de tener que ir de una universidad a otra intentando que te acepten. Igual que lo de los fellows. Me dicen que las diferencias son muy grandes entre las universidades y yo pienso que también las habrá en España, pero no puedo asegurarlo, así que mejor no digo nada.
Es general el sentimiento de desilusión con respecto al sistema sanitario entre todas las personas que he preguntado en este tiempo y ellos no son una excepción. Se preguntan cómo pueden ser la primera potencia mundial y tener el vigésimo séptimo sistema sanitario (no sé cuáles son los indicadores usados para tal clasificación ni nuestro puesto). Se maravillan cuando les comento que la sanidad en España es un derecho universal (y no tenemos dieciocho meses de lista de espera para el quirófano como en Canadá, que es el sistema que más se asemeja al nuestro). "Y la educación en España también es gratis", les digo, aunque les aclaro que yo fui a un colegio privado, pero porque no me daban plaza en uno concertado vamos, no por otra cosa.
A esas alturas ya no saben dónde meterse.
Concluyo diciéndoles que todo el porcentaje del PIB que destinamos a educación y sanidad será el que gasten ellos en defensa, y en defendernos a nosotros (para que no se sientan ofendidos).
Creo que me he pasado pero de repente parece que les he quitado una venda de los ojos. No habían caído. ¡Qué diferente se piensa aquí!
A esas alturas de la noche llegaron los mejicanos que resulta que habían vaciado la piscina de Rafael por la noche porque está prohibido hacerlo tirando el agua a la calle. Iba a decir ¡Españoles!, pero debo decir, ¡Latinos!

Ya la fiesta, que no era una fiesta sino más bien un guateque, fue degenerando un poco y empezaron a poner música, cada uno de su tierra. Los guiris estaban un poco borrachos a estas alturas y se pusieron a cantar. Me tocaron la fibra sensible cuando sonó "Suspicious minds". La típica conversación Elvis VS Beatles (aquí en vez de Rolling o Queen, ponen a Elvis, pero siempre es contra los Beatles) se saldó con victoria de los segundos.

La esposa de Marcos, que por si no lo he dicho, se ha venido con él embarazada de cuatro meses, estuvo intentando enseñarme las diferentes músicas latinas en general y mejicanas en concreto mientras veíamos como bailaban los compañeros de casa un vallenato (con uve) en medio de la cocina. Ella alta, blanquísima y canijísima y él bajito y morenito. Divertida pareja.

Mientras tanto me comí un trozo de pizza que compraron los mejicanos que me supo a gloria, porque como esta gente cena tan temprano, a pesar de empezar a las ocho la fiesta, para comer sólo había unos nachos y unas magdalenas de chocolate. Menos mal que el horario mejicano es igual o peor que el español :D

El final de la velada lo pasé con otro urólogo llamado George, que al día siguiente supe que era medio coreano, que aprovecho la conversación musical para contarme lo que le evocaba la música de la serie llamada The Office; la versión original inglesa, no la americana, por supuesto. ¡Toma ya! A estas alturas ya se iba notando mucho el alcohol en la gente. También me recomendó una peli, "El nosequé de los Teenenbaums", que creo que en España se tradujo simplemente como "Los Teenenbaums", pero no estoy muy seguro (no sé si está bien escrito ¡eh!)

Cuando fueron a por más alcohol, yo, que no estaba bebiendo porque tenía que conducir, me despedí. Alejandro me ofreció su casa pero prefería no dejar a los gatos solos mucho tiempo y tampoco aquello daba para más.

Quedé en ir con ellos al día siguiente para jugar al baloncesto. No sé como pretenderían jugar después del papón que llevaban.

Llegué a casa en un plis.

First Friday Art Walk

Trigésimo sexto dia (V 30-4-2010):


Los mejicanos resulta que no tienen móvil aquí en EEUU, sino que usan una cosa llamada NEXTEL, que aunque suene a chocolatina es una especie de walkie-talkie con pinta de móvil motorola. Es una radio y sirve para hablar en la misma ciudad, asi que con uno cada uno se avían.

Por esta razón no puedo ponerme en contacto con ellos de otra forma que escribiéndoles un correo electrónico y esperando la respuesta, bien por la misma vía, bien si me llaman desde cualquier teléfono.

Hoy tampoco hay cirugía pero me presento en la clínica para ver si los veo y practicar en el pelvitrainer, que lo tengo un poco olvidado. Al llegar me doy cuenta de que se me ha olvidado la identificación, con lo cual no me puedo cambiar para pasar a la zona de quirófanos así que a ver si los pillo en un pasillo.

Me voy a la sala de pelvitrainer y me encuentro a la T´Nita Watters, la secretaria, en el ordenador de allí con otra, partidas las dos de risa y me doy cuenta de que la sala está llena de guirnaldas. A ver qué pasa ahora.

Pues le van a dar una fiesta sorpresa a una que se incorpora de una baja maternal, y qué mejor lugar que la sala de pelvitrainers, que no la usa nunca nadie.

Como no puedo hacer nada deshago el camino y me planto en casa. Aprovecho para llamar a España ;)

Andaba yo con mis "controles" del Skype cuando suena el telefono.

Resulta ser Jodi, la amiga de Juanca, que me invita a conocer el First Friday Art Walk, que puede traducirse como el "Paseo del arte del primer viernes de mes" :D Por lo visto es una cosa que se hace en el Downtown para darle un poco mas de vidilla, porque esta muerto.

No me apetece mucho pero es por la propia expiral de aburrimiento en la que me veo sumido, así que salgo pitando para allá.

Llego a casa de Jodi y narro mis peripecias de manera resumida a ésta y a su novio. Se asustan un poco cuando ven mi ojo y se disculpan por no haberme llamado en un mes. Les digo educadamente que no se preocupen, que no me he aburrido (mucho).

Salgo con Jodi en el coche para el Dowtown (el novio se unirá después) y aparcamos en la librería, perdón, biblioteca. Nada mas bajarnos nos encontramos con una amiga de la facultad de Jodi.

Parece bastante mayor que yo pero se supone que es estudiante de medicina. Yo ya no sé cuántos años se echan aquí para ser médico. Se une otra amiga al grupo que tambien parece bastante "talludita".

Me meten en un garaje supercutrón pero que por dentro es una galería de arte.
No sé muy bien cómo definirlo. Es todo MUY RARO. Lo mismo nos metemos donde he dicho que nos encontramos un grupo de gente, desconocidos entre ellos, tocando unos tambores soldados a una mesa en medio de la calle (Jodi se une y aporrea una especie de trozo de Uralita), o un grupillo de gente haciendo capoeira. O nos metemos en una heladería que tiene abierta la puerta hacia el piso de arriba que resulta ser una casa particular pero que para este día se transforma en una tienda de joyería, y tú subes a ver las joyas y está el dueño de la casa viendo "Family guy".

Yo no salía de mi asombro, la verdad. Además había gente de todo tipo, mil razas y estilos en una calle inmensa. Los típicos "hippies" porretas de peli americana con los pelos de Garfunkel, "grunges", japonesas salidas de un manga, tipejas mayores (señoras debería decir) con pinta de inglesas de las que te invitan al té de las cinco vestidas de hada... TODO LLENO DE FRIKIES. Por lo menos el cincuenta por ciento aquí (perdón, allí en España) se catalogaría con esa denominación.

Nos metimos, cuando ya éramos un grupo de cinco o seis en una casa (típica casa americana con jardín) que resultó completamente diáfana por dentro. Era un bar con una colección de cervezas digna de la mejor cervecería. El ambiente parecía sacado de Forrest Gump, en la época hippie cuando Jenny está a punto de saltar (no diré más para los que no la hayan visto) Todo muy oscuro con luces muy psicodélicas. Me tomé una "Peroni", para recordar viejos tiempos. Una de las chicas del grupo empezó a contarme lo equivocada que estuvo al escoger latín en vez de español en la escuela, porque pensaba que le iba a ayudar en medicina. Podía hablar latín. "Hija mía, ¿siete años de latín no te parecieron demasiados?" le comenté.

Mis conversaciones siguen girando alrededor de las diferencias entre los países, pero ahora no sólo en lo que concierne al sistema de salud y educación. Ya también hablo de mis experiencias y viajes. Fliparon un poco cuando les conté lo de las misiones, no tenían mucha idea de qué eran :S Se puede decir que me pegué el pegote, vamos.

Un hecho a remarcar fue que paseando nos encontramos, en un callejón lleno de grafittis (un sitio bastante evitable cualquier otro día), un concierto de rap. Siempre he defendido la música en directo, pero en este caso tengo que decir, QUE ME GUSTÓ MUUUUUCHO, a pesar de no entender ni jota de lo que decían; pero eso no era un problema porque los americanos tampoco entendían mucho más. Eran tres cantantes, dos chicos y una chica, iluminados por un foco de éstos de camping, que se iban pasándose el micrófono cada poco e improvisando sobre la marcha. En una esquina estaban los que supuse sus representantes, hombres de color (negro) enormes y trajeados con trajes blancos (los más discretos).

Esto fue lo que más me gusto en lo tocante a la música, porque además me encontré bandas satánicas, una pareja de niñas "pipiolas" cantando como Ella Baila Sola, un grupo de música africana que también estuvo muy chulo, sobre todo por cómo bailaban al ritmo de los timbales y tambores, percusionistas...

Pero lo mejor de todo fue sin duda LA GENTE. Echaba de menos el pasear, el sentirme uno más. El ruido, el murmullo, las risas, el andar sin rumbo, dejándonos llevar por lo que nuestros sentidos fueran captando en cada instante.
Aquí casi todo el mundo va igual: casa-coche-trabajo-coche-casa. Y todos los días iguales hasta que llega el fin de semana. Pero allí me sentía bien. Como en El Salvador, y así me entendéis los de Sevilla. Mientras que íbamos andando yo no sé la de gente conocida que se encontraron. Lo malo es que es sólo UNA VEZ AL MES.

El grupo se fue desperdigando y quedamos una de las amigas de Jodi (la que parecía supermayor), Jodi y su novio. De vuelta al coche vimos los fuegos artificiales en honor al equipo de béisbol, que ganó esa noche (no sé si pasaban de ronda de playoff). Me llevaron a cenar a un sitio "cool" de aquí. Un ambiente muy chulo pero la comida la de siempre, "hamburguela" gorda. Me pedí la "Americana" (aquí se viene con todas las consecuencias) que resultó llevar mostaza de Dijón, que contradicción. Le añadí bacon y patatas salpimentadas. ¡Qué no falte de ná!
Me costó horrores acabármela, y cuando estoy a punto de conseguirlo, veo que la amiga de Jodi pide algo. Al minuto le traen una cajita, ¡para llevarse la comida sobrante a casa!
Por lo visto aquí es muy típico eso. Estos tíos lo tienen todo pensado. Lo llego a saber y mañana comía lo mismo porque era enorme.
Nos despedimos y la amiga me abraza, aquí todo el mundo lo hace así si se conoce mínimamente, pero a mí me sigue resultando embarazoso :S

Al llegar a casa de Jodi y ¿Matt? me despido y les doy las gracias. Me lo he pasado mejor que en el resto del mes, sólo por el hecho de PASEAR Y VER GENTE (sin estar sólo).

Es el primer día que quiero irme a casa por lo cansado que estoy, y sólo es la una y veinticinco.
Definitivamente esto ya es otra cosa.

jueves, 6 de mayo de 2010

Los "cuates"

Trigésimo cuarto día (X 5-5-2010):


No hay gran cosa que contar. Llego a la clínica y resulta que no se opera nada hoy.



Pues mejor, así me pongo con lo que me mandó Magriñá. Lo acabo esa misma mañana y me da tiempo de hablar con Juanca por el chat de Gmail. Me dice cosas que me tranquilizan, pero que me siguen convenciendo de que soy un poco joven para estar aquí.

Me dirijo al despacho de Magriñá para entregarle las listas (he hecho hasta "sublistas") y agradecerle las molestias por lo del oftalmólogo y resulta que ¡se ha ido! ¡Y encima a España! Y yo sin enterarme. Yo no sé si es que todo el mundo pasa de mi o que me dicen estas cosas en inglés y yo no me entero.

Me da la noticia la Dra Kho, cuyo despacho esta contiguo al de D. Javier. Ya que estoy allí le pido las presentaciones del congreso de uroginecología al que me invitaron. Repetiré hasta la saciedad que esta mujer es encantadora. No sólo me dio lo del congreso sino también lo del curso del lunes. Si me estudio esto ya no hago nada más hasta que vuelva. Una cantidad increíble de información de primera, sobre todo un montón de vídeos de operaciones y diferentes técnicas, así como muchas disecciones anatómicas.

Le doy las gracias hasta la saciedad y me voy un rato al pelvitrainer. Me voy a casa para charlar con la doctora, que se va a Barcelona hasta el domingo. Me alegro de que salga del hospital un poco, que con lo del sobrino ha estado muy agobiada.

Hablo con mis padres que se alegran de que esté mejor del ojo. Me paso la tarde mirando cosas de anatomía.


Trigésimo quinto día (J 6-5-2010):

Hoy creo que esto ha dado el giro que esperaba. He estado a punto de no ir a trabajar porque no hay cirugía en lo que queda de semana pero me he obligado a ir a practicar con el pelvitrainer. Menos mal.

Cuando me estaba cambiando en el vestuario, ha entrado "el del robot". Porque aqui tienen un tío nada más que para pensar en como colocar el robot en cada operacioón. No para arreglarlo cuando se estropea, no, que ese es otro. Es uno que se dedica a ver como se le puede sacar más partido al robot. Pues en esto que me ve y me dice: ¿Tú no eres el residente español? A lo que yo le respondo afirmativamente. Y me dice que ha recibido un correo de la de la sala de pelvitrainers, la que me recuerda a la de Gorilas en la Niebla, diciéndole que yo estoy muy interesado en conocer el manejo del robot. Mi siguiente respuesta es exactamente la misma que la anterior. No por nada, sino porque ademas de corresponderse con la realidad mi inglés no da para más. ¡¡¡Me contesta que ES POSIBLE!!! Así que para la proxima semana me va a organizar uno o varios días (no me ha quedado claro) para enseñarme a manejarlo. !!!TOMA DEL FRASCO CARRASCO!!! Esto sí que es un pelotazo. Estoy que no me lo creo. Más contento que un cura en un convento que diría mi amigo Manolo.

Pero ahí no acaba la cosa. Cuando me voy a practicar con el pelvitrainer me encuentro la sala abierta y a tres personas dentro. Uno enseñándosela a los otros dos. Me pongo a coger mis cosas cuando de repente oigo que hablan español entre ellos, pero con acento, son mejicanos. Se dirige el que esta enseñandoles aquello a mi en ingles, para que véais lo mimetizado con el entorno que estoy. Le digo que yo también hablo español, que soy de España. ¡Ándale Guey! ¡Qué bien! Pues nos presentamos. Se llaman Rafael, Alejandro y Marcos. Rafael está haciendo un fellow de investigación en urología, y los otros dos son residentes de ultimo año de urología también pero en su país, y están aquí de rotatorio externo. ¿Cuánto tiempo? ¡Abril y Mayo! ¡Como yo! Me comentan lo impresionados que están con las cosas que ven en la sala, porque ellos casi no hacen laparoscopia. ¡¡¡Me cuentan que allí se compran su propio instrumental!!! Se saben los precios de todo. Increíble.

Me quedo con Alejandro que se pone a practicar con ejercicios facilitos, porque nunca ha tocado un laparoscopio, y charlamos de su viaje a España hace nueve años y del mío a la Riviera Maya. Le enseño el video de los nudos que me pasaron y quedamos al día siguiente para pasárselo.

Me voy al quirofano muy contento por tener la perspectiva de poder hablar español con alguien, porque a pesar de que aqui me voy soltando, es díficil expresarme igual que en español, lógico.

Pero mejor aún. Comiendo en la cafeteria tambien hablo español con una cajerad, que en inglés me pregunta que si soy nuevo. Cuando le digo que soy español, pasa a hablarme en español y me dice que me dira lo que tengo que pedirme cada dia, ¡jeje! Menos mal porque la camarera a la que le pregunto todos los días parece que piensa que soy estreñido, y se empeña en aconsejarme "bombas estomacales" todos los días.

Se presenta como Claudia. Le doy las gracias y justo despues me encuentro otra vez con los mejicanos, que me invitan a sentarme con ellos.

¡¡¡NO SABÉIS QUÉ ALIVIO!!! Están igual que yo, o mucho peor, y eso que entienden y hablan perfectamente inglés. Pasan de ellos tres kilos, no les avisan de nada, no van a poder usar el robot porque en Méjico solo hay uno que para colmo no se usa por ser muy caro y obviamente no pueden hacer nada aquí con los pacientes, pero ni siquiera conocian hasta hoy la existencia del laboratorio, con lo cual estan superaburridos, aunque ahora han empezado a trabajar en una publicacion con Rafael, para irse con algun "paper" internacional.

Encima cuando me ven la identificacion se soliviantan porque a mi me han puesto el logo de la Clinica Mayo y a ellos no, ¡jajaja! Y nos la hicimos la misma semana. ¡Ni siquiera el recuerdo nos podemos llevar! me dicen :D

El conocer a mas personas que están en una situacion parecida, o por lo menos se sienten igual, me hace sentir no mucho, muchiiiiiiiiiiiiiiiisimo mejor. La verdad es que en ellos se nota, con respecto a EEUU, el pique que podríamos tener nosotros con Francia , por ejemplo.

Se marchan a una sesión clínica no sin antes decirme que me llamarán este fin de semana si hacen algo, y que puede que se apunten al plan de Las Vegas.

¡¡¡Viva España, ViVA el Español y VIVA Méjico (cabrones)!!!

martes, 4 de mayo de 2010

Al médico

Trigésimo tercer día (M 4-5-2010):
Hoy la cirugía no me interesa mucho porque es de urología y me dedico a repasar una lista que me ha pasado Magriñá para que se la actualice. Se trata de ver las personas que se han muerto después de operarse de cáncer de ovario, y si no se han muerto, saber si están curadas o no. Es más fácil si están muertas porque sólo hay que poner la fecha de la muerte pero la curva de supervivencia de esta gente es brutal así que me lleva un buen rato. Acabando la primera página me llama Magriñá y me dice que la cita es en la clínica a última hora de la mañana, pero que antes hable con la secretaria que me informará mejor.
Ya estoy mucho más tranquilo.
La secretaria lo primero que me dice es que tengo que pagar 650$. ¡Joder! Así usan las cosas que usan. Pues mira me da igual, pago lo que sea. Me encuentro fatal. Llamo al seguro y me dicen que en principio no habrá problema. Recojo mis cosas y salgo para la clínica, tras ser advertido por T'nita, la secretaria, de dónde están los radares en el camino.
T'nita, que me suena super musical, es una señora de color (negro) supereficiente, como Marta. Yo creo que aquí no contratan a nadie que no sea el mejor.
Recuerdo que la clínica es otra cosa completamente diferente del hospital, y está a media hora por autopista.
Llego con tres cuartos de hora de anticipación porque me han dicho que tengo que rellenar mil papeles. No se han quedado cortos. Miran y remiran mis papeles del seguro. Tengo que rellenar papeles donde se me pregunta hasta por mi religión. Paso por tres ventanillas y dos despachos. Eso sí, el trato más exquisito que podáis imaginar.
Por fin me llaman y me llevan a una sala con un montón de lucecitas en la puerta. Son un código para saber quién está dentro, y si está con un paciente o no. Una enfermera me gradúa y me hace una pequeña historia clínica. Me dice que veo realmente mal, sobre todo cuando le digo que antes de venir a España, Antonio Javier, un amigo le digo a ella, me graduó y veía muy bien. Me preocupo más.
Me dice que espere a que llegue el médico. Durante esos diez minutos me pongo a ver la anatomía del ojo en uno de esos paneles que suele haber en todas las consultas, no sé si para embobar a los pacientes o para ayudarnos a nosotros. Más bien las dos cosas.
Entra un hombre con gafas (mal empezamos) alto y espigado que se presenta como el Dr Graham. Le pido que hable un poco más despacio y empiezo a entenderlo. Me hace mil pruebas y le cuento desde el principio lo que me pasa. Me da un poco de vergüenza porque le digo "empezaré por el principio" como me hacen las pacientes de urgencias, pero esto es una consulta reglada, y bien carita. Me hace un millón de pruebas y me va tranquilizando diciéndome que no ve nada grave. Al final del todo me dice que me va a mirar el interior del ojo. Bueno, lo que haga falta.

Concluye en que lo único que tengo es un ojo seco como hacía tiempo que no veía. Antonio Javier ya me había dicho que no cerraba bien el ojo y que eso podía ser la causa de que me moleste conducir de noche pero aquí, con el 0% de humedad que hay siempre, eso me ha hecho llegar a esta situación.
Me dice que coma pescado y ponga un humidificador en casa. Que no use ventilador (a buenas horas) y que use lágrimas cada 2 horas. Me da unas muestras de lágrimas y de un gel, para por las noches. Me hace el favor de dictar un informe (aquí los médicos dictan las notas por teléfono, otro lujo) para mi seguro y me dice que no me preocupe, que si sólo me queda un mes aquí que no pasa nada, que si no me hubiera propuesto otras opciones.
Al llegar a España tengo que preguntar cuáles son esas opciones.
Me voy tranquilo a casa con mucho cuidadito porque mirad cómo me dejaron el ojo para mirármelo por dentro.
Por lo menos ya puedo decir que soy PACIENTE DE LA CLÍNICA MAYO.