Como estoy relatando los hecho una vez me encuentro un poco mejor de la conjuntivitis no recuerdo nada espacial de esos días.
Vigésimo noveno día (V 30-4-2010):
Me marcho corriendo de esta ciudad, no aguanto más. Hoy he decidido no ir a trabajar. No me encontraba de humor ni tampoco tenía el ojo muy allá (aquí no lo tenía tan mal como se me puso después). He reservado en un hotel en San Diego y me voy a ver las misiones franciscanas, aunque Magriñá me lo desaconsejara. Me dijo que a San Diego me fuera a ver niñas guapas. Nada más lejos del plan franciscano :P
Preparo unos fingers empanados mientras hablo por el Skype, acabo de poner dos lavadoras y salgo pitando. ¿Has hecho bien la maleta? Me preguntan antes de despedirme. "Sí sí". Un beso y hasta el lunes.
Michael me había comprado el día anterior, sin yo decirle nada, un mapa de carreteras y, como le había dicho que me encantaban los mapas, otro de la ciudad de Phoenix. El tío es un buenazo.
Me metí en mi Toyota, comprobé que llevaba todo lo necesario y salí pitando.
El camino se hizo un poco largo, porque lo era. Más o menos como Sevilla- Guadalajara. Pasé por unos lugares inhóspitos. Vuelvo a repetir lo de "Giro al infierno", sólo para que os hagáis una idea de cómo es esto. Me tuve que reír cuando pasé por un sitio que denominaban "el lugar en medio de ninguna parte". Nunca fue tan ajustado un comentario de ese tipo. También pase por un motel llamado "El Chaparral". Más risas.
Nada más entrar en California el paisaje cambió. El desierto de piedra dio paso a un desierto de arena chulísimo, con unas dunas gigantescas, casi como la de Arcachon (magnífica foto Sr. Cuñado, a ver si me la pasas) pero no pude parar, una pena.
Me alegré de haberme llevado el pasaporte, de haberme acordado de llevármelo, porque me pararon dos veces y una de ellas me lo pidieron. Resulta que hay controles de inmigración por parte de la policía de frontera de EEUU por toda la carretera, ya que ésta discurre paralela a la linde con Méjico. Cuando vieron que mi visado estaba avalado por la Mayo me dijeron "Disfrute de su estancia en California, que pase un buen día señor". Y p'alante.
Me entraron ganas de conducir sin el techo pero el calor era demasiado y el ojo se me estaba poniendo fatal.
Llegué a San Diego sobre las seis de la tarde y me alegré de haber hecho novillos, porque si no hubiera llegado a las mil. Una vez en el hotel me dijeron que tenía que dejar un depósito y no me aceptaban ninguna de las dos tarjetas. Para colmo no aceptaban efectivo para este propósito. Nadie hablaba español, ni siquiera una con una cara de haber nacido bastante más al sur, y me fue un poco complicado hacerme entender. Lo normal es que hablen inglés, ya lo sé, pero me habían atendido en español en todos los lugares durante el camino. Me veía sin hotel y encima con un cabreo increíble porque no ponía nada del depósito en la web al reservar (y con el ojo empeorando por momentos). En España eran las 3 y pico de la mañana y tardaron un ratazo en cogerme el teléfono. Yo ya me veía en la calle. Resultó que al ser final de mes, por unas horas, no podía usar la tarjeta, porque había sobrepasado un límite, de cuya existencia me enteré en ese mismo instante.
Tal como tuve mi habitación salí disparado a ver la puesta de sol en La Jolla (con ll) la playa superpija de San Diego, a ver si podía darme un bañito en el Pacífico.
Como veis precioso y muy relajante. Como empezaba a hacer frío y yo iba en bañador para darme un chapuzón decidí meterme en algún sitio a comer algo. Todo tenía pinta de supercaro y de no poderse entrar en bañador pero yo estaba decidido a pegarme un verdadero homenaje, bien en forma de filetón, bien en forma de langosta. Y con esa tremenda decisión me fui a buscar un sitio en coche.
Una hora después la decisión no era tan inamovible. Tenía ganas de tirar el coche al mar, porque allí por lo menos había aparcamiento. Fui incapaz de dejar el coche en ningún sitio que no estuviera a menos de 5 kilómetros de la zona de restaurantes. Pero lo peor era que con la cantidad de líquidos que había ingerido mi vejiga estaba completamente replecionada y no daba para más. Tuve la suerte de perderme y llegar a una cuesta en un paraje completamente deshabitado entre dos núcleos urbanizados y me dije "esta es la mía". En una cuesta superpronunciada me bajé, y me cercioré de que no pasara nadie cerca. No se oía ni una mosca y el lugar parecía alejado de todo lo que pudiera sonar a civilización. Pues bien, cuando me disponía a dar rienda suelta a mis necesidades salió de una curva un coche guiado por un anciano que iba muy despacito, formando una considerable caravana. Así que fue como un pase de modelos. Como estaba en una curva todos los coches me iban deslumbrando y muchos reían y bajaban la ventanilla para decirme cosas. En fin, tremendo. Tan nervioso que al volver al coche quité el freno de mano y me fui cuesta abajo contra el único coche aparcado en la cuesta. Todo en cinco minutos. Por lo menos no apareció el dueño del otro coche.
Me decidí a irme para el centro. Que le dieran a la Jolla el premio que se mereciá.
De camino vi un cartel que ponía "Centro de visitantes" y allí me dirigí. Cerrado a cal y canto y la única persona que vagaba por allí era un hombre de color (negro) con un brazo como mi cabeza. Intentó ayudarme pero como no distinguía muy bien su cabeza del resto del paisaje por la hora que era y ante la falta de testigos decidí volver al coche después de darle las gracias.
Me volví a perder un poco. (Aquí había un video que no se ha cargado).
Pero resulta que llegué donde quería. Aparqué detrás del centro de convenciones y me metí sin saberlo en todo el centro de la ciudad. Para colmo era día de partido de béisbol y estaba a rebosar. ¡Qué maravilla! Eso sí era una ciudad. Llena de gente, tiendas, bares, restaurantes, pubs, discotecas... y todo lleno de gente paseando por las calles. ¡Qué diferencia con Phoenix! Nada más que de mirar y pasear ya me sentía más vivo que en todo el mes. Pregunté a un policía muy amable por un buen sitio para cenar. Me indicó el único que no encontré. Me dediqué a buscarlo calle arriba y calle abajo mientras disfrutaba de la maravillosa noche que hacía.
Como no lo encontraba decidí meterme en uno que tenía una pinta de servir unos filetones tremendos, pero cuando voy a sentarme me dicen que me tengo que cocinar yo mismo el trozo de carne que elija en medio de todo el restaurante. ¡Toma ya! Eso si que no. Encima de que pago un pastón me lo tengo que cocinar yo solito. ¡Y un mojón! Me salí con un poco de mosqueo y empecé a verlo todo un poco negro. El ver a tantísima gente pasándoselo bien y yo allí en medio sin poder hablar con nadie... me vine abajo la verdad. Tenía ganas de golfear, bailar, comer, reír, tomarme un copazo... así que me tomé un superhelado de chocolate (super por el tamaño porque muy bueno no estaba) y me fui a casa como un perro con el rabo entre las piernas. Mañana lo vería todo con otros ojos.
La cosa podía ir peor. A pesar de haberme advertido Valle antes de salir, me olvidé poner calzoncillos y el pijama en la maleta, así que a lavar a mano y el resto de los días con el culo fresquito desde por la mañana, porque el secador del hotel no daba para mucho. Sí, sí, reíos lo que queráis, yo también lo haría.
Trigésimo día (S 1-5-2010):
Me levanté y charlé un poquito por el Skype desde el hotel. Mi ojo estaba bastante peor, me dolía el simple hecho de abrirlo y cerrarlo. Copié las indicaciones oportunas para llegar y salí a ver las misiones. Todo el camino hacia la primera misión, San Juan Capistrano, era por la autopista que discurría paralela a la costa y el viaje fue muy ameno.
Por fin una de las misiones. Aparqué detrás de ésta, en un colegio, porque pensé que era el aparcamiento público. Cuando me di cuenta de mi error pasé tres kilos de cambiarlo.
Esta misión es conocida como "La Joya de las Misiones". La verdad es que es muy bonita. Tiene dos jardines y la única iglesia que queda en pie donde dijo misa el fundador de todo este tinglado, el padre Junípero Serra.
Me dieron una audioguía en Español que además de toda la historia de la misión también contenía un millón de narraciones de gente relacionada con ésta, como un tal Goeffry Sierra (el nombre no era ese pero para que os hagáis una idea) que era bastante pesado, la verdad.
Os pongo algunas fotitos que dicen más de lo que yo os pueda contar.
El altar mayor lo trajeron directamente de España. He puesto la del escudo porque me gustaba eso de poner nuestro escudo (bueno el de Castilla) aquí. Tengo más fotos, algunas más chulas, pero quería poner un poco de todo.
Al salir me entró un poco de hambre y decidí comerme algo en un bar enfrente de la misión. Atravesé una manifestación que había en la puerta de la misión pidiendo que se quitara de allí el pequeño cementerio que hay. No sé el por qué.
Me comí un "noséqué", porque no distingo un burrito, de una fajita, una enchilada o una quesadilla. Estaba rellena de carne, frijoles y guacamole. Un cóctel brutal.
Me disponía a salir para San Luis Rey de Francia ("El Rey de las Misiones") cuando me llaman desde España diciéndome que ha nacido Jose Luis, el segundo sobrino de Valle. Me pongo muy contento. La verdad es que yo estaba un poco mustio todavía en ese momento, pero el saberla contenta me hizo bien.
San Luis resultó menos acogedora pero más refrescante. Fue muy bonito el encontrarme esta imagen al llegar:
Era todo más agreste, pero porque también la extensión era mucho más grande. Allí se encontraba el primer árbol de la pimienta de California, traído de Perú. Lo cuento porque lo ponía por todos lados y parecían muy orgullosos de ello.
Eso es lo que tienen aquí, que como todo es tan reciente lo tienen todo muy documentado.
Las fotos con disparador automático son verdaderamente difílces, ¡jejeje!
En la autopista me cogió "EL ATASCO". Un atasco de proporciones inimaginables que después me enteré que muchas veces coge desde Los Ángeles hasta San Diego. Seis carriles a quince kms/h, cuando no parados. Todo lo que os cuente es poco.
Eso me hizo coger por la carretera de la costa. No sé qué pudo ser peor. Resultó ser también una "Ruta Histórica", como la 66. Creo que no voy a poder poner el video pero era una de esas carreteras de las pelis con palmeritas y descapotables con niñas rubias sentadas arriba en la parte de atrás. Made in USA.
A todo esto llame a mis padres porque lo del ojo se estaba pasando de castaño oscuro. Ya sabía que mis padres no podía decirme otra cosa sino que acudiera al médico, pero a veces necesitas que tus padres te digan esas cosas, ¿no? (Me parece que lo de madurar no me ha llegado todavía).
Volví a la autopista y decidí dejar la Misión de San Diego para el día siguiente. Me fui a Sea World.Sea World es un parque temático muy famoso aquí en EEUU que tiene una ballena conocida por todos llamada Shamu. Me lo dijo Michael, que iba de chico. Por lo visto se muere una ballena y traen otra a la que también le ponen el mismo nombre. Tanto es así que es una marca registrada. Increíble.
En las taquillas me dijo el chico que me atendió, que era mejicano, que había empatado mi equipo. ¿Cómo? Todo aclarado. El Betis había empatado. Todos los sudamericanos siguen la liga española y fuera de España al Betis se le conoce como Betis Sevilla. Me hizo mucha gracia.
Nada más entrar me fui a ver el último espectáculo del día de la orca.
No sé porque no puedo colgar videos, porque iba a poner uno muy gracioso de cuando me perdí con el coche en San Diego pero os tendréis que conformar con alguna fotito de las ballenas, que resultaron ser tres, y no una como yo pensaba.
La verdad es que hasta me emocioné (estoy muy susceptible) porque hacían de todo. Fue muy gracioso ver como mojaban a gente ¡de la fila dieciséis! o se negaban a hacer los trucos si no les daban un cubo entero de peces (llegan a comer cuatro veces mi peso en pescados al día).
Después me metí en una de esas montañas rusas de agua que van despacito, que son como unos donuts. No parecía que la gente saliera mojada así que me dirigí a la cola. Cuando llegaba al final, después de media hora, empecé a ver que alguno que otro se mojaba un poquillo, pero bueno, nada importante. Pero ya no andaba yo tranquilo. Para colmo me tocaron dos niñatos detrás que intentaban hacerme algo por la espalda (creo que ponerme algo en el pelo). Me di la vuelta para partirles la cara más de una vez pero me contuve para no montar el espectáculo. El dolor del ojo se hacía insoportable, y eso que estaba muy entretenido. Me alegraba mucho de haber ido.
Bueno, pues como era de esperar salí empapado. La gente partida de risa mirándome. Los de la atracción me preguntaron cómo me podía haber puesto de aquélla manera sin haberme tirado al río. La verdad es que por aquí es difícil de explicar pero básicamente sucedió que atrapamos una buena cantidad de agua entre la balsa y la pared en un choque brusco y ésta me cayó verticalmente por la cabeza y la espalda, como si me hubieran tirado un cubo de sesenta litros por encima.
Lo peor de todo es que aquí no hace el calor de Phoenix, me pasé todo el día muerto de frío, yo no sé como no cogí una pulmonía. Sobre todo viendo los pingüinos.
Pues de esa guisa me dispuse a ver todo el resto del parque. Millones de acuarios diferentes con peces de todo el mundo y después animales más grandes como delfines (el espectáculo estaba cerrado por reformas pero se podían ver), nutrias, tortugas...
Tuve mucha suerte porque pude ver también un espectáculo de un león marino, dos focas y una nutria muy divertido. La gente me miraba raro porque mientras que todo el mundo tomaba un refresco yo me tomaba un chocolate caliente. Estaba cerca de la hipotermia. Aquí se me agotó la batería de la cámara.
El remate, porque yo soy así, me lo di yo mismo montándome en un telecabina descubierto que te daba un paseo por encima de la bahía. Muy "fresquito" como diría "el brasileiro".
Menos mal que la parte de los tiburones, aparte oler un poco mal, estaba muy calentita, por eso de imitar al Caribe.
Me dio un poco de pena la parte de los osos polares y la de los pingüinos, esta última parecía la de la peli Happy Feet. Muy triste.
Como estaba ya muy mojado me dije: "From lost to the river" que para los no angloparlantes os traduzco como "de perdidos al río". Así que me dirigí a la supermontaña rusa de agua. La "tocha", la que te ibas a poner empapado sólo de estar a cien metros de ella. Total, iban a cerrar el parque en breve así que si me mojaba mucho me iba un poco antes y ya está.
Increíble. Ni una gota.
Más increíble. Repetí (porque estaba superchula) y ni una gota otra vez.
Cuando salí del segundo viaje estaban cerrando así que me dirigí a la puerta de salida. En esto me veo una marabunta de gente entrando en un recinto cerrado donde se hacía un espectáculo de mascotas por las mañanas. Pienso: "Harán algo especial". Me lo pienso un poco porque había algo que no encajaba pero al final me meto. Me siento al fondo en una esquina. La gente me mira raro pero llevan todo el día igual, un tío solo en un parque temático es un poco raro.
Resultó ser una entrega de premios de un viaje de fin de curso. El consuelo es que no fui el único que se equivocó ;)
Vi los fuegos artificiales en la entrada buscando algo de comer mientras escuchaba a Julieta Venegas en directo. Había un concierto de ella en el parque pero no conseguí entrar porque se habían agotado las entradas cuando llegué yo. Se escuchaba: "...es contigo mi vida con quien puedo decir, que merece la pena vivir..."
Buen final del día, sí señor.
Día trigésimo primer día (D 2-5-2010):
Daba miedo. El ojo estaba completamente inyectado en sangre. Parecía un vampiro. Hablé un rato con España y claro, qué me iban a decir. Que fuera a un médico. Me había dejado los papeles del seguro en casa.
Mejor me voy a ver la playa, a ver si me puedo bañar. Llegué sin muchos problemas pero claro, me había levantado muy temprano por el dichoso ojo y como comprenderéis no había quien se bañara a las ocho y media de la mañana en esa playa.
Lo intenté y hay pruebas, pero no puedo colgarlas. Sólo se bañaban unos cuantos surferos enfundados en trajes de neopreno y un montón de perros, pues resultó haber una playa especial inmensa de grande para ellos. Me encantó la idea. Me dirigí a un embarcadero que había al otro lado de la playa sacado de los vigilantes de la playa (como todas las torretas de vigilancia). Parecía que me iba a encontrar con Pamela de un momento a otro. Al final del todo me encontré a este personaje.
No hay nada con qué compararlo en la foto pero os aseguro que era muuuuuy grande, un pelícano precioso.
Paré en un café en medio del embarcadero (que podía medir cerca de trescientos metros de largo) y como la cena había consistido en unos perritos calientes del 7 Eleven guarrindongos, me pedí unas tortitas con nata y un chocolate. Me pusieron lo que veis aquí. Sólo pude tomarme una y un poco más porque el grosor era casi de un dedo. ¡Qué bárbaros estos tíos!
Recogí, pagué el hotel, salí de allí y me volví a perder buscando la misión San Diego porque me dio por "acortar por aquí". Yo suelo orientarme muy bien con los mapas pero sin ellos, está visto que no puedo ir a ningún lado, por lo menos aquí que es todo tan grande.
Cuando llegué a la misión, que fue la primera que se construyó, estaban diciendo misa así que me puse a explorar los alrededores. Esta misión era igual que un cortijo andaluz
Le compré un rosario a mi abuela en la tienda. La dependiente tenía pinta de ser una voluntaria mejicana con muuuucha pasta (eran dos), que estaba emperrada en que me esperara media hora para que me lo bendijera "el padrecito", pero no quería conducir de noche con el ojo malo, pues estaba empezando a ver peor por él.
Salí pitando hacia Phoenix. El camino se me hizo más llevadero con las emisoras mejicanas que sintonicé, "La Poderosa" y "La Campesina". Este video si que es una pena que no lo pueda subir porque lo que grabé se las traía.
Me compré un colirio ¡en una gasolinera! que me alivió un poco.
Al fin en casa. Me ha venido bien salir de Phoenix. Ver el mar.
PS: ¿Se publicó correctamente la entrada del partido de la NBA?
1 comentario:
Vaya plan más bueno, y vaya cómo tenías el ojo...
¿no le diste dos besos al tío de la taquilla que a 10000 km te dijo que el Betis había empatado en Las Palmas? es una señal de las misiones, conviértete. Aunque no te lo recomiendo.
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