viernes, 9 de abril de 2010

El día de la marmota

Esta entrada se iba a titular "La cesárea", ahora veréis el motivo del cambio.

Día 8 (V 9-4-2010): Parece mentira que lleve aquí una semana entera. Me voy a trabajar y llego más tarde que el cirujano pero antes de que lean el caso en voz alta, es decir, justo a tiempo; ya me estoy acostumbrando a esto. Ya me llaman por mi nombre y hasta me dicen "¡Buenos días!" en español. Pero hoy...
ME ENTRA LA BAJONA.

La perspectiva de no tener otro plan para el fin de semana que no sea estudiarme la anatomía pélvica en inglés, que por cierto me hace mucha falta, el ver que mis días aquí van a seguir la tónica desayuno-quirófano-comida-nudos-cena-cama y vuelta a empezar, como en la peli de Bill Murray (al cual vi en Malandar una vez) y la falta de "señales de vida" desde España me agobia hasta tal punto que me salgo del quirófano entre una y otra paciente para llamar. La puntilla me la da la jefa de quirófano, Marta, que en un parón nos lleva a ver la sala del pelvitrainers, la biblioteca, el departamento de ginecología... y me suelta un comentario tal que así: "además de ginecología deberías estudiar inglés". Eso, y la abrumadora cantidad de recursos que me muestra para aumentar conocimientos y que no llego ni por asomo a asimilar, es lo que me acaba de matar. A todo esto no me lo cogen. Normal. No son horas nunca.
Ahora contaré porque iba a llamarse la entrada "la cesárea". Así que en la primera intervención del día había un médico de otro hospital, el Dr Webb, que había venido para ver a Magriñá usando el Da Vinci (el robot). Total que el tío se fue al finalizar la operación muy contento pero después de la segunda del día, estando yo con Marta, la llaman a ésta por teléfono. Resulta ser el Dr Webb, que quiere invitar a los médicos extranjeros que conoció esta mañana (el turco y yo) a una cesárea programada en su hospital a las tres y media de la tarde. El turco en principio dice que si y yo pues que también. Como hay que ir en coche Marta, muy solícita, nos imprime un mapa para no perdernos desde la CM.
Mientras tanto mi agobio seguía igual, pero por lo menos lo distraía el pensamiento de un viaje por una zona inexplorada de la ciudad fardando de descapotable con el turco, que está resultando ser un tío muy divertido.
Por cierto, un inciso, porque le he regalado mi adaptador de corriente ya que el tío se había quedado sin batería del móvil, del portátil, de la máquina de afeitar... en fin, un desastre. Me lo ha agradecido mucho.
En fin, que nos vamos a comer y el turco me dice que para una semana que está aquí no va a ir a ver una cesárea, que él quiere ver otra operación robótica, así que si quiero que vaya yo solito. Resulta que es el único que toca el único robot de Turquía, con lo cual lo que dice es comprensible, pero muy poco cortés.
Pues nada, que entre la bajona, que me habían dicho que por qué no estudiaba también inglés y que me daba vergüenza ir solo, me quede en la CM.
Ya lo sé, he venido aquí a conocer gente, otra manera de pensar, de trabajar, de ver la vida en definitiva. Pero hoy no era el día. Después le he dicho a Marta si podía llamar al doctor Webb y excusarme, diciendo que si se presentaba la ocasión estaría encantado de ir otro día. Le he dado plantón al jefe de servicio de un hospital como el mío (como veis sólo me rodeo de jefes de servicio...) Pero ya me he arrepentido, el lunes mismo le digo a Marta que lo llame y le diga que voy a ver no solo cesáreas, sino todas las instalaciones y el modo de llevar allí los partos y las dilataciones, porque la CM no tiene obstetricia. Espero que no sea tarde.
Hablé más tarde con Valle desde España. Efecto Valium. Todo mejor.
Vuelvo a entrar en quirófano, Magriñá me hace una pregunta y yo la repito en voz alta para procesarla. "No repitas la pregunta, si la sabes responde, si no simplemente di, no lo sé". No procesé nada, simplemente dije "no lo sé". El efecto Valium desapareció otra vez por completo.
Me voy a hacer nudos. Me pongo a chatear desde el "lab" con mi madre, cuyo efecto Valium es de 50 mgs. Me pongo a hacer nudos. Ya puedo ir haciendo calcetines, la semana que viene espero hacer bufandas.
Me voy a casa por la autopista. ¿Dónde está la gente en Phoenix? Ni en fin de semana se ve a nadie, ni saliendo ni entrando de la ciudad.
Llego y Michael ya está dormido, a las nueve de la noche. Tortilla de queso y 2 salchichas con un Sprite Zero viendo por la tele, que coincidencia más traicionera, "El día de la marmota". :(

1 comentario:

Manuel G. Relaño dijo...

Mucho ánimo hombre! No será tan día de la marmota cuando no paras de contar historias diferentes con personas diferentes, en un mundo diferente.

Sigue disfrutando, un abrazo.